Sol y Luna

miércoles, febrero 22, 2006

Meditaciones para volverse más “bocho”

Fuente: Clarin

Un grupo de investigadores de los EE.UU. está convencido que si uno piensa mucho y muy concentrado le crece el cerebro. “Dependerá de la meditación en sí, del tiempo que se le dedique y de cuán profunda sea la experiencia”, sostiene.

Meditar tranquiliza. Meditar libera del estrés malo. Meditar ayuda a conocerse. Y meditar, según un grupo de investigación del Massachusetts Intitute of Technology y de la Harvard Medical School, aumenta el tamaño del cerebro. Si bien esta conclusión es tan categórica como suena, hay aclaraciones pertinentes. “El aumento de la materia gris no depende únicamente de la meditación en sí, sino también de cuánto tiempo se pasa meditando y cuán profunda es la experiencia”, explica Sara Lazar, responsable de la investigación.
Entonces, el cerebro se agranda, ¿pero cuánto? Según Lazar y sus colegas del MIT, el aumento de la materia gris va de 8 a 16 milésimas de centímetro, y, vale repetirlo, todo varía con el tiempo que se le dedique a la cuestión. “Los datos que manejamos nos llevan a pensar que la practica de la meditación no sólo provee de un aumento de la materia gris, sino también elasticidad a la corteza cerebral en adultos”, explica Lazar.
Para arribar a esta conclusión, los investigadores escanearon y compararon los cerebros de 20 personas –muchas de las cuales realizaban prácticas de meditación o tenían entrenamiento en pensamiento abstracto– con los cerebros de 15 personas que jamás se habían tomado tiempo para meditar. Así, observaron que aumenta de espesor la parte relacionada a la atención y a los procesos sensoriales de los primeros 20. Según Lazar y sus colegas, este descubrimiento es interesante porque el área del cerebro que aumenta es precisamente la misma que suele reducirse con el paso de los años.
A esta altura, resulta evidente que el descubrimiento proporciona más dudas que respuestas para la comunidad científica. Por ejemplo: ¿La meditación genera un mayor flojo sanguíneo en el cerebro?; ¿la meditación retrasa el envejecimiento?; ¿la meditación mejora la conexión entre las células? Atenta a estas cuestiones, Lazar advierte: “Todavía no tenemos estas respuestas, se necesitaría mucho tiempo y más investigaciones”. Pero lo cierto es que este descubrimiento está respaldado por estudios previos
Algunos ejemplos interesantes. Hace un par de años, Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, se dedicó a estudiar el cerebro de los monjes tibetanos y, gracias a una invitación del mismo Dalai Lama, los científicos estadounidenses trasladaron sus centros de investigación al monasterio. ¿El resultado? “La práctica regular de técnicas de meditación al estilo oriental mejora el estado de salud ya que tiene una influencia positiva sobre el sistema inmunitario”. Y Davidson no era del todo original cuando comenzó a estudiar la faceta neurológica de la meditación. Un tiempo atrás, Herbert Benson, de la Universidad de Harvard, había encontrado pruebas de una casi evidentísima conclusión: la meditación contrarresta los mecanismos cerebrales asociados al estrés.
Como decía Bernard Shaw, “hay cosas dudosas de las que no cabe la menor duda”…